lunes, 29 de junio de 2015

Anuncio del Año Jubilar de la Misericordia

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En vísperas del cuarto domingo de Cuaresma,
 durante la celebración de la liturgia penitencial,
 el Santo Padre anuncia el Año Santo de la Misericordia

... Por eso he decidido convocar un Jubileo extraordinario que tenga en el centro la misericordia de Dios. Será un Año santo de la misericordia. Lo queremos vivir a la luz de la Palabra del Señor: «Sed misericordiosos como el Padre» (cf. Lc 6, 36). Esto especialmente para los confesores: ¡mucha misericordia!


Este Año santo iniciará con la próxima solemnidad de la Inmaculada Concepción y se concluirá el 20 de noviembre de 2016, domingo de Nuestro Señor Jesucristo Rey del universo y rostro vivo de la misericordia del Padre. Encomiendo la organización de este Jubileo al Consejo pontificio para la promoción de la nueva evangelización, para que pueda animarlo como una nueva etapa del camino de la Iglesia en su misión de llevar a cada persona el Evangelio de la misericordia.

Estoy convencido de que toda la Iglesia, que tiene una gran necesidad de recibir misericordia, porque somos pecadores, podrá encontrar en este Jubileo la alegría para redescubrir y hacer fecunda la misericordia de Dios, con la cual todos estamos llamados a dar consuelo a cada hombre y a cada mujer de nuestro tiempo. No olvidemos que Dios perdona todo, y Dios perdona siempre. No nos cansemos de pedir perdón. Encomendemos desde ahora este Año a la Madre de la misericordia, para que dirija su mirada sobre nosotros y vele sobre nuestro camino: nuestro camino penitencial, nuestro camino con el corazón abierto, durante un año, para recibir la indulgencia de Dios, para recibir la misericordia de Dios.
Fuente: http://www.iubilaeummisericordiae.va/

viernes, 19 de junio de 2015

Carta encíclica Laudato Si

Carta encíclica Laudato Si, del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común

Texto íntegro de la encíclica
Fuente Religión Digital Vaticano

Papa Francisco, 18 de junio de 2015 a las 11:14

(Papa Francisco).- Laudato si', mi' Signore » - « Alabado seas, mi Señor », cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: « Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba ».

2.- Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que « gime y sufre dolores de parto » (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura


Para leer el texto íntegro, pincha aquí: y una vez abierto podrás descargarlo en PDF

miércoles, 10 de junio de 2015

Colecta Anual de Cáritas 13 y 14 de Junio 2015

Invitan a participar de la Colecta Anual de Cáritas 2015
Se realizará en dos etapas, el 13 y 14 de junio en Misas y celebraciones y del 15 al 30 de junio en colegios, instituciones, oficinas, negocios y vía pública. En la sede del Obispado de Posadas se lanzó, además, el "Junio Mes de la Solidaridad", en esta oportunidad bajo el lema animado por el Papa Francisco: "Todo lo que se comparte se multiplica" - Pobreza Cero. La presentación estuvo a cargo del vice presidente de Caritas Posadas Pbro. Alberto Barros, en compañía de voluntarios encargados de la organización de Colecta.

Sobre la Colecta
La Colecta Anual de Cáritas es una ocasión privilegiada de encuentro solidario. La comunidad cristiana sale al encuentro de toda la sociedad para crear conciencia y promover el compromiso con los hermanos más pobres y excluidos del país.

Es una oportunidad no sólo para compartir los bienes, sino también la esperanza de construir un futuro inclusivo para todos, comenzando por las acciones y el compromiso de cada uno de nosotros con el presente.

El dinero recaudado en Colecta ayudará a sostener, durante todo el año, proyectos e iniciativas de promoción humana, acompañar micro-emprendimientos productivos y de autoconsumo, brindar capacitación laboral, formación en ciudadanía, talleres de alfabetización, becas escolares y universitarias y apoyo escolar en más de 3.500 Cáritas parroquiales.

Además permitirá trabajar en la prevención y atención de emergencias climáticas y con personas en situación de calle, entre otras iniciativas de asistencia, de acuerdo a la realidad de cada lugar.

Gracias al compromiso de miles de voluntarios que organizan actividades en parroquias, salones, plazas y la vía pública en todo nuestro país y a la generosidad de tantas personas, instituciones, empresas y organizaciones comprometidas, la Colecta va creciendo año tras año.

jueves, 4 de junio de 2015

Cuerpo y Sangre de Cristo -Corpus Chisti-



La solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Cristo, es celebrada por la Iglesia Católica cada año, 60 días después del Domingo de Pascua. Esta importante fiesta de manera especial es destinada a resaltar la representación real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento.

«Mi carne es verdadera comida, y mi Sangre verdadera bebida; el que come mi Carne, y bebe mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él.» (Jn 6, 56-57)
(EWTN).Esta fiesta se comenzó a celebrar en Lieja en 1246, siendo extendida a toda la Iglesia occidental por el Papa Urbano IV en 1264, teniendo como finalidad proclamar la fe en la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Presencia permanente y substancial más allá de la celebración de la Misa y que es digna de ser adorada en la exposición solemne y en las procesiones con el Santísimo Sacramento que entonces comenzaron a celebrarse y que han llegado a ser verdaderos monumentos de la piedad católica. Ocurre, como en la solemnidad de la Trinidad, que lo que se celebra todos los días tiene una ocasión exclusiva para profundizar en lo que se hace con otros motivos.

Este es el día de la eucaristía en sí misma, ocasión para creer y adorar, pero también para conocer mejor la riqueza de este misterio a partir de las oraciones y de los textos bíblicos asignados en los tres ciclos de las lecturas.

El Espíritu Santo después del dogma de la Trinidad nos recuerda el de la Encarnación, haciéndonos festejar con la Iglesia al Sacramento por excelencia, que, sintetizando la vida toda del Salvador, tributa a Dios gloria infinita, y aplica a las almas, en todos los tiempos, los frutos extraordinarios de la Redención.

Si Jesucristo en la cruz nos salvó, al instituir la Eucaristía la víspera de su muerte, quiso en ella dejarnos un vivo recuerdo de la Pasión. El altar viene siendo como la prolongación del Calvario, y la misa anuncia la muerte del Señor.

Porque en efecto, allí está Jesús como una víctima, pues las palabras de la doble consagración nos dicen que primero se convierte el pan en Cuerpo de Cristo, y luego el vino en Su Sangre, de manera que, ofrece a su Padre, en unión con sus sacerdotes, la sangre vertida y el cuerpo clavado en la Cruz.

La Hostia Santa se convierte en «trigo que nutre nuestras almas». Como Cristo al ser hecho Hijo  recibió la vida eterna del Padre, los cristianos participan de Su eterna vida uniéndose a Jesús en el Sacramento, que es el símbolo más sublime, real y concreto de la unidad con la Víctima del Calvario.

Esta posesión anticipada de la vida divina acá en la tierra por medio de la Eucaristía, es prenda y comienzo de aquella otra de que plenamente disfrutaremos en el Cielo, porque «el Pan mismo de los ángeles, que ahora comemos bajo los sagrados velos, lo conmemoraremos después en el Cielo ya sin velos» (Concilio de Trento).

Veamos en la Santa Misa el centro de todo culto de la Iglesia a la Eucaristía, y en la Comunión el medio establecido por Jesús mismo, para que con mayor plenitud participemos de ese divino Sacrificio; y así, nuestra devoción al Cuerpo y Sangre del Salvador nos alcanzará los frutos perennes de su Redención.
                                                                        
Con información de EWTN


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