sábado, 2 de diciembre de 2017

Comienzo del Año Litúrgico: Ciclo B - Tiempo de Adviento


El Año Litúrgico

Es el año de la Iglesia en el que

celebramos las fiestas del Señor,

de la Virgen y de los santos.
Empieza con el domingo primero de Adviento
(último domingo de noviembre o primero de diciembre)
y termina con la fiesta de Cristo Rey (a final de noviembre).
Tiene 4 partes importantes, llamadas "TIEMPOS FUERTES" en los que
 celebramos los misterios de la vida de Cristo.
Estos "Tiempos Fuertes", son:

ADVIENTO, NAVIDAD, TIEMPO ORDINARIO, (1º parte)
 CUARESMA, el TRIDUO PASCUAL, PASCUA, TIEMPO ORDINARIO (2º parte)


Los tiempos litúrgicos son (por orden de aparición en el año litúrgico, que comienza a fin de noviembre, principio de diciembre):

-Adviento: cuatro semanas, su color original es el salmón, aunque se reemplaza normalmente por el mismo morado de la Cuaresma.

-Navidad: hasta el domingo siguiente a Epifanía, unas tres semanas, no tiene un color propio del tiempo, sino que en general predomina el blanco, de solemnidad, o el rojo, en las celebraciones de mártires (inocentes, san Esteban).

-Tiempo ordinario: en total son unas 32 o 33 semanas, según el año, aunque siempre se numeran de 1 a 34, y las que se pierden quedan en medio. Su color propio es el verde, aunque en solemnidades o fiestas tienen el color que corresponda a la celebración (blanco o rojo); los domingos, aunque son solemnidad, se celebran con verde, para marcar cierta diferencia con los domingos pascuales.

-Cuaresma: interrumpe el Tiempo ordinario en alguna de las semanas de la 6 a la 11, depende en cada año de cómo caiga la Pascua. Dura 40 días contados desde el miércoles de ceniza hasta el domingo de Ramos, los dos inclusive, es dcir, casi 6 semanas, más la semana santa. El color es el morado/violeta, a salvo siempre las solemnidades, que se celebran en blanco en cualquier tiempo, o rojo si son solemnidades de martirio.

-Pascua: siete semanas enteras, el color propio es el blanco. La primera semana tiene la peculiaridad de que se celebra todos los días como si fueran el mismo domingo de Pascua. Termina en Pentecostés, cuyo color es el rojo (que es el color del martirio y del Espíritu).

Terminado el Tiempo pascual se retoma el ordinario en la semana que corresponda, perdiendo una o dos, según el año. El cálculo se hace tomando el inicio del siguiente Adviento y contando el domingo anterior como domingo 34, de allí para atrás, hasta Pentecostés.
Colores litúrgicos y su significado



Los distintos colores de las vestiduras que se usan en la liturgia, tienen un sentido. De esta manera  expresan lo característico de los misterios de la fe que se celebran; además comprobamos como va avanzando la vida cristiana a lo largo del año litúrgico. La Iglesia es pedagoga, maestra que enseña con todo lo que nos ofrece en la liturgia.
Desde el Papa Inocencio III (siglos XII y XIII) quedaron como oficiales, para la liturgia, los siguientes colores: blanco, rojo, verde, morado y el negro. 

Blanco: simboliza la luz, la gloria, la inocencia. Por eso se emplea en los misterios gozosos y gloriosos del Señor, en la dedicación de las Iglesias, en las fiestas, en las conmemoraciones de la Virgen, de los ángeles, de los santos no mártires, y en la administración de algunos sacramentos (primera comunión, confirmación, bodas, orden sagrado).

Rojo: es el color más parecido a la sangre y al fuego, y por eso es el que mejor simboliza el incendio de la caridad y el heroísmo del martirio o sacrificio por Cristo. Se emplea para el Domingo de Pasión (domingo de Ramos), Viernes Santo, Pentecostés, fiestas de la Santa Cruz, apóstoles, evangelistas y mártires.


Verde: Signo de vida y de frescura y lozanía del alma cristiana y de la savia de la gracia de Dios. Se usa los domingos y días de semana del tiempo ordinario. En la vida ordinaria debemos caminar con la esperanza puesta en el cielo.

Morado o violeta: Es signo de penitencia, de humildad y modestia; color que convida al retiro espiritual y a una vida algo más austera y sencilla, exenta de fiestas. Se emplea durante el Adviento y la Cuaresma, vigilias, sacramentos de penitencia, unción de enfermos, bendición de la ceniza. Y hoy reemplaza al negro, que se utilizaba en las exequias de difuntos.

Negro: es el color de los lutos privados, domésticos y sociales. Hoy se cambia por el morado para que así resplandezca mejor el misterio Pascual.

Rosa: es símbolo de alegría, pero de una alegría efímera, propia solamente de algunos días felices, de las estaciones floridas de cierta edad. Se puede usar en los domingos Gaudete y Laetare , tercer domingo de Adviento y Cuaresma, respectivamente. Es para recordar a los ayunadores y penitentes de esas dos temporadas la cercanía de la Navidad y Pascua.

Azul: color del cielo. Se puede usar en las misas de la Virgen, sobre todo el día de la Inmaculada Concepción.

Todos estos colores deben estar marcados también en nuestro corazón
:

Debemos vivir con el vestido blanco de la pureza, de la inocencia. Reconquistar la pureza con nuestra vida santa.

Debemos vivir con el vestido rojo del amor apasionado a Cristo, hasta el punto de estar dispuesto a dar nuestra vida por Cristo, como los mártires.

Debemos vivir el color verde de la esperanza teologal, en estos momentos duros de nuestro mundo, tendiendo siempre la mirada hacia la eternidad.

Debemos vivir el vestido morado o violeta, pues la penitencia, la humildad y la modestia deben ser alimento y actitudes de nuestra vida cristiana.

Debemos vivir el vestido rosa, solo de vez en cuando, pues toda alegría humana es efímera y pasajera.

Debemos vivir con el vestido azul mirando continuamente el cielo, aunque tengamos los pies enla tierra.

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